pozole rojo
- 5 Litros de agua
- 1/2 Cebolla cortada a la mitad
- 4 Dientes de ajo
- 3 Cucharadas de sal
- 1 1/2 Kilos de maíz pozolero
- 1/2 Kilo de costilla de cerdo cortadas en trozos
- 1 Kilo de pulpa de cerdo cortada en trozos
- 5 Hojas de laurel
- 14 Chiles guajillo sin semillas y remojados en agua caliente
- 2 Chiles ancho sin semillas y remojados en agua caliente
- 2 Tazas de agua
- 1/4 De pieza de cebolla cortada en trozos
- 2 Dientes de ajo
- 1 Cucharadita de comino
- 1 Cucharadita de pimienta negra molida
- Orégano seco
- Chile de árbol en polvo
- Cebolla picada finamente
- Lechuga romana fileteada
- Rábanos cortados en rodajas
- Limones
- Tostadas de maíz
- 1 Envase de Media Crema NESTLÉ® refrigerada (190 g)
- 100 Gramos de queso cotija rallado
- Calienta los 5 litros agua con 1 cebolla, 4 dientes de ajo y la sal, cuando suelte el primer hervor añade el maíz y cocina por 1 hora con 20 minutos o hasta que esté tierno. Añade la costilla, la pulpa de cerdo y el laurel; cocina por 1 hora con 30 minutos o hasta que la carne esté suave. Retira el ajo, la cebolla, las hojas de laurel y la pulpa de cerdo, deshébrala y reserva.
- Licúa los chiles con 2 tazas de agua, ¼ de cebolla, 2 dientes de ajo, el comino y la pimienta, cuela y vierte en la olla del maíz; cocina por 30 minutos más.
- Sirve el pozole y acompaña con el orégano, el chile de árbol en polvo, la cebolla picada, la lechuga, los rábanos, el jugo de limón. Ofrece con las tostadas cubiertas con la Media Crema NESTLÉ® y el queso Cotija.
historia
Como muchos platillos de la gastronomía mexicana, el pozole tiene un antecesor mesoamericano. En este caso y según atestiguan las crónicas y documentos del periodo colonial temprano del siglo XVI, – como el Códice Florentino o el Magliabechiano – los antiguos nahuas comían carne humana en un guiso con granos de maíz llamado tlacatlaolli, que en náhuatl significa “maíz de hombre”, según explica el arqueólogo Enrique Vela, editor de la revista Arqueología Mexicana.
Fray Bernardino de Sahagún, en la Historia General de las Cosas de Nueva España, lo relata: "cocían aquella carne con maíz, y daban a cada uno un pedazo de aquella carne en una escudilla o caxete, con su caldo y su maíz cocido, y llamaba a aquella sopa tlacatlaolli".
“Un guerrero capturaba a un enemigo de su mismo rango en el campo de batalla. Ese momento era como ir al mercado a conseguir buenos ingredientes”, explica el historiador gastronómico y chef del restaurante El Jolgorio Rodrigo Llanes a Verne. Y luego en “un ritual que se llevaba a cabo en el Templo Mayor, le sacaban el corazón al guerrero que había sido hecho cautivo, ya fuera en un guerra ordinaria de las que había de sometimiento por parte del Imperio mexica, o bien, en una guerra especial, exclusivamente para obtener cautivos para el sacrificio, conocidas como Guerras Floridas”, explica Llanes.
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